Asumir la Maternidad en la Juventud, significa compartir tu libertad e independencia con alguien por amor, ya que depende de ti y sus necesidades son más grandes que las tuyas.

viernes, 10 de abril de 2015

Mi Decisión



Bueno, para comenzar tengo que hacer dos confesiones. La primera, es que no soy de escribir y plasmar las más grandes inspiraciones. La segunda, es que me he sentido algo desorientada últimamente. Por eso mismo, pienso que escribir sobre mis días podría ayudarme a enclarecer mis ideas. Pienso que, si comparto parte de mis sentimientos, pensamientos y luchas de una manera sincera, tal vez, alguien en algún lugar se sienta indentificado. Identificado con qué es la pregunta, la cual puedo responder con valentía y un enorme suspiro...Sí, exacto, me refiero al fantástico y anhelado rol de ser "Madre". Y cuando digo de manera sincera, no me refiero al significado lleno de estereotipos sobre la maternidad que un comercial de pañales o leche transmiten. O lo que la sociedad, la iglesia y la Biblia nos dice de lo que una mamá debe y no debe hacer y lo maravillosa que aparentemente tiene que ser. Es como si nos demandarán ser perfectas. Siempre estar de buen humor y sonrientes. La verdad es que no logramos estar así siempre. La mayor parte del tiempo es difícil, gratificante, pero difícil . Por esta razón, yo quiero profundizar en aquellos días en que la maternidad se nos escapa de la manos. Esos días en los que sientes que ya no puedes más. Esas situaciones cuando el cansancio y el tiempo nos sobrepasan y hay un tiradero de juguetes por toda la casa, un desorden completo en la cocina, estás despeinada no te has terminado de arreglar y justo ese día a tu hijo no le da la gana de comer la deliciosa comida que preparaste con tanta dedicación, tienes cita con el pediatra y debes alistar un maletín lleno de todo lo que tu hijo necesite para que tu "diminuto" descontrol del día no sea evidente. Esto es porque algunos de nuestros pediatras se han convertido en una especie de jurados sobre nuestro papel. Señora esto para su hijo, señora aquello no, aquello sí, no se le vaya a ocurrir hacer esto o lo otro. Por lo tanto, no nos basta con el cuadro de amnesia que nuestras propias madres pasan cuando nos convertimos en mamás. Pareciera como si olvidaran lo ardua y cansada que es la maternidad al principio (y bueno, toda la vida). Andan por la casa supervisando que todo este pulcro e impecable tal cual ellas lo hiceron y sí, definitivamente, están ahí para ayudar, a su manera y a su estilo pero nos ayudan, claro que junto a todas sus recomendaciones, pero como dicen ellas "es para nuestro bien. Y si se trata del bien de mis nietos con mayor razón" y es obvio que en ese momento lleno de estrés te la imaginas enviándola en un cohete a la luna. Luego, cuando piensas que ella pasó lo mismo y sin tanta tecnología como ahora y lo más probable con tus otros hermanos casi igual de pequeños...se te pasa. Regresemos pues, a ese momento donde solo ves un completo descontrol y tus frustraciones te inundan. Ese momento donde ves todo desordenado y la fuerza desaparece y el concepto de aplicar una disciplina, ser firme para que tu pequeño coma y se alimente desaparecen. Sientes que las cosas se te desmoronan y no te sientes como la mejor. Y esto último de la alimentación es otro rollo, rellenar a tus hijos de alimentos verdes y no darles ni una sola papa frita, significa que eres buena madre. En definitiva todo lo que nutra a nuestros hijos es la prioridad, pero hoy en día el tema de la comida con todo eso de los alimentos orgánicos y la salud, aumenta más a enfrentarnos a ese estrés cuando tu tía, tu prima, tu abuela, tu amiga, la vecina, la amiga de tu mamá, quien sea te pregunta: "¿y ya está comiendo todo? Porque suntanito y fulanito a su edad ya comía todo." Y por tu mente sólo se te cruza ese alimento que es súper nutritivo y con el que de una u otra manera luchas con tu niño y nada lo hace abrir su pequeña boquita para comer. En fin, volvamos a ese momento crítico del día en que te sientes culpable porque tu casa no se ve impacable, tu hijo o hija no se alimenta como debería, no tienes la fuerza  para corregirlo, piensas en lo que tu madre te diría, y el pánico de no olvidarte de nada para ser irreprensible ante el pediatra y tu competencia en la sala de espera, que son todas esas otras madres que al parecer tienen el absoluto control de todo y sus miradas lo único que hacen es recordarte que tienes la apariencia de una cavernícola. Entonces, en esos instantes sólo piensas qué bueno sería estar recostada en tu sofá con un vaso enorme de limonada helada, pintándote las uñas y leyendo una buena revista o viendo lo que vas a pedir el próximo mes de tu catálogo favorito, flotando en una nube de paz y tranquilidad. No digo que pase todo el tiempo, pero pasa, más de una vez, pero pasa. Si al leer todo esto sueltas una pequeña risita quiere decir que todo esto tiene algo de cierto. Si piensas que no te ha pasado, te pido que me envies un poco de tu poder místico y sobrenatural. Créeme, lo necesito.
En conclusión, mi decisión de escribir es compartir sobre mi perspectiva y mi poca experiencia sobre ser madre. Tengo 21 años y esta vez he hablado de manera generalizada, pero quiero enfocarme en como asumir el rol de la maternidad en la juventud. Las responsabilidades y preocupaciones a las que se enfrenta una mamá joven, muy joven, y de lo gratificante y complicado que puede ser a veces o muchas de las veces. Así, esto se puede convertir para mí en una especie de meta día a día o semana a semana en medio de mi tarea a tiempo completo de ser mamá. Empecemos y compartamos esta travesía juntas.

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